6 may 2017

ATLAS-I, un gigantesco caballete de madera para estudiar los pulsos electromagnéticos en aviones

Aquí hay miga o, mejor dicho, madera. Se dice que es la estructura de madera más grande existente en la actualidad, y puede que sea verdad, no hay más que ver el inmenso tamaño que tiene. Actualmente no se utiliza y, aunque se le está buscando algún tipo de uso turístico, no es sencillo llevar visitantes cuando lo que deseas mostrar se encuentra en el interior de una base militar.

Test de un bombardero B-52 en el ATLAS-I en 1982. Imagen US Air Force.

Nos encontramos en la base de Kirtland, de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, situada en Albuquerque, Nuevo México. En plena Guerra Fría, el estudio de los efectos de las armas nucleares se convirtió en una prioridad para los militares estadounidenses. Uno de los proyectos de investigación relacionados con esa problemática fue dirigido por el Laboratorio de Armas de la Fuerza Aérea (AFWL, hoy AFRL) y consistía en averiguar que le sucedía a los aviones militares si se encontraban en las proximidades del área de influencia de una explosión nuclear. Lo que más les preocupaba era comprobar cómo se alteraba la electrónica de vuelo, los controles y otros aspectos de las aeronaves ante un pulso electromagnético (PEM) originado por una explosión nuclear. El AFWL construyó diversas instalaciones para estudiar el impacto de la radiación, rayos X y pulsos electromagnéticos sobre materiales y máquinas diversas. Ahora bien, ¿cómo estudiar los efectos de un pulso electromagnético sobre un avión en vuelo? Nada, lo mejor sería detonar un ingenio nuclear en la atmósfera y hacer que volaran en sus cercanías algunos aviones de pruebas. Semejante locura no se llevó a cabo, que se sepa, más que nada porque la prohibición mundial del uso de armas nucleares en pruebas atmosféricas le cortó las alas a algún que otro militar con demasiada imaginación. Sin poder emplear una detonación nuclear, ¿qué alternativas podia haber para realizar el estudio? Así es como se llegó a la construcción de la mayor estructura de simulación de la historia, iniciada en 1972 y completada en 1980. Se trata de una inmensa plataforma sobre la que, hasta 1991, se situaban aviones a los que se sometía a un “bombardeo” con pulsos electromagnéticos procedentes de un generador de tipo Marx de 200 GW.

Pruebas en la plataforma ATLAS-I sobre un bombardero B1. Imagen U.S. Air Force, 1989.

El conocido como ATLAS-I (Air Force Weapons Lab Transmission-Line Aircraft Simulator) o, simplemente, trestle (caballete), es una gran estructura de madera, pegamento y resinas de alta resistencia (con limitados pernos y turcas ni grandes objetos metálicos que pudieran interferir en los ensayos) elevada sobre una depresión natural. El gran “templete”, operado por Sandia National Laboratories en Kirtland, tiene cerca de doce pisos de alto y fue diseñado para soportar el peso de un bombardero B-52 completamente cargado. A comienzos de los noventa, este tipo de simulaciones empezaron a realizarse completamente por medio de ordenadores, por lo que el ATLAS-I dejó de ser útil para su cometido original y ahí sigue, esperando que a alguien se le ocurra qué se puede hacer con semejante monstruo de madera.


Más información: The Atlas-I Trestle at Kirtland Air Force Base.
Vía: Me enteré de su existencia, hace ya bastante tiempo, en Atlas Obscura.

ATLAS-I, un gigantesco caballete de madera para estudiar los pulsos electromagnéticos en aviones apareció originalmente en Tecnología Obsoleta, 6 Mayo 2017.


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