28 abr 2015

Las minas de petróleo y el sueño de la gasolina sintética

Versión para TecOb del artículo que publiqué en la revista Historia de Iberia Vieja, edición de abril de 2015.

Un aragonés realiza en París con éxito pruebas de un sustitutivo del petróleo mediante destilación de vegetales, (…) se trata de un joven zaragozano llamado Rafael Suñén Beneded, quien sirvió como aviador en el ejército y apenas cumplidos sus deberes militares se trasladó a París. Suñén pretende obtener un sustitutivo perfecto del petróleo mediante la destilación de algunos vegetales que hasta ahora no tenían aplicación notable. (…) Personas autorizadas que han presenciado los ensayos afirman que éstos son concluyentes. Se sabe que Suñén está en negociaciones con altas autoridades francesas y que sus proposiciones están siendo objeto de atentos estudios y favorables informes.

El Sol, Madrid, 13 de enero de 1934.

El intrépido Rafael Suñén fue uno de tantos inventores olvidados que creyeron poseer el secreto para la fabricación de gasolina sintética capaz de competir con la obtenida a partir del petróleo convencional. Al final, su aventura no fue muy lejos y terminó por borrarse su pista, pero no hay que negar que lo suyo era pasión inventiva. Ya a principios de los años veinte del siglo pasado había dado vida a un tipo de ala perfeccionada para aeroplanos, también diseñó un interesante sistema para presurizar aviones que volaran a grandes altitudes, así como un nuevo tipo de material explosivo y un sistema para respiración en condiciones de aire tóxico. Pero lo que a Rafael más le apasionaba era su proyecto para lograr gasolina sintética. Trabajó en la misma línea que sus contemporáneos, que partían del carbón, sobre todo en procesos del tipo Fischer-Tropsch, ideado por químicos alemanes en los años veinte y que permitía fabricar hidrocarburos líquidos partiendo de gas de síntesis. Lo más intrigante del caso de Rafael Suñén está en su idea de partir de materia vegetal para lograr su objetivo. Por desgracia la niebla del tiempo impide averiguar, al menos hasta la fecha, si consiguió su objetivo.


Rubielos de Mora Rubielos de Mora Rubielos de Mora Rubielos de Mora
Imágenes tomadas por Francisco Dobón de las ruinas de las minas de petróleo de Rubielos de Mora.


Más allá de petróleo convencional

La búsqueda de alternativas al petróleo convencional está más de moda hoy que nunca, por lo que no extraña que haya muchos nuevos émulos del bueno de Rafael por ahí, buscando la manera de convertir materiales de todo tipo, incluso plásticos, en combustible. La fiebre del fracking, o fractura hidráulica, ha llevado al mercado una cantidad nunca vista de combustible a bajo precio, mientras gigantes como Arabia Saudita luchan por inundar el mercado con petróleo convencional muy barato con la intención de hundir el mercado del fracking, sobre todo del estadounidense, que por debajo de cierto precio del petróleo se vuelve poco competitivo. Y en esas estamos, con petróleo relativamente barato por todas partes, problemas ambientales en el filo de la navaja y la misma incertidumbre de siempre porque, ya se sabe, en el tema de la energía no hay nada que se mantenga estable demasiado tiempo.

Más allá de la clásica historia del petróleo en España, con fiascos resonantes y relatos de frustración y esperanzas nunca cumplidas, con focos en el norte de Burgos, en el Mediterráneo, en las Canarias o en el gas del Cantábrico, entre otros, hubo un tiempo en el que se pretendió exprimir, literalmente, el petróleo contenido en rocas, de un modo en cierta forma parecido a como se hace hoy día con el fracking. Esas otras aventuras del petróleo en España, apenas conocidas por el gran público, me fueron desveladas por Francisco Dobón, a quien agradezco su inestimable ayuda. He aquí un breve panorama de lo que fueron las conocidas como “minas de petróleo” y esa otra aventura relacionada con ellas, la gasolina sintética.

Básicamente puede considerarse una mina de petróleo aquella en la que se extraían minerales destinados a la obtención de petróleo por destilación, generalmente partiendo de esquistos y pizarras bituminosas. El primer intento a escala industrial para extraer petróleo del modo comentado en España surgió en Sigüenza, Guadalajara, allá por 1882, aunque hay referencias a estos minerales locales “de los que se extrae asfalto parecido al betún” desde el siglo XI, en fuentes árabes. A pesar del empeño y los recursos que se emplearon, la operación tuvo corta vida debido a la pobreza del yacimiento puesto que el contenido bituminoso era escaso.

Más tarde, en 1892, se creó una industria similar en el área de Ribesalbes, cerca de Onda, en Castellón. Hacia 1904 comienza a crecer la explotación, pero la destilación de los esquistos locales no tuvo el éxito esperado, cesando la actividad en 1914. Los criaderos bituminosos de la cuenca de Ribesalbes ya habían sido identificados a finales del siglo XVIII pero no fue hasta el siglo XX cuando dos sociedades inglesas, la Castellón Oil Company y la Spanish Mining Sindicate comenzaron a explotar a gran escala varias minas de esquistos en una operación que prometía un futuro venturos que terminó en fiasco.

En torno a 1905 inicia su actividad la mina de petróleo de Riutort, en las cercanías de Guardiola de Berguedá, Barcelona, donde se destilaban margas bituminosas. La explotación se mantuvo en activo hasta que su escasa rentabilidad llevó a su cierre en 1919. El contenido en petróleo era de apenas 70 litros por tonelada de mineral extraído. Lo más curioso es que, incluso pasado un siglo de aquello, se puede observar cómo rezuma petróleo en algunos puntos de la roca presente en la explotación.

Por entonces, en Rubielos de Mora, Teruel, no muy lejos de Ribesalbes, se abrió otra efímera mina de petróleo. Las baterías de destilación no tardaron en encontrar un mejor lugar para prosperar, se trataba de Puertollano, en Ciudad Real, donde todavía hoy se conservan restos de las primitivas instalaciones en las que se destilaban pizarras bituminosas. La explotación industrial de los minerales procedentes de minas de petróleo españolas tuvieron su mayor éxito precisamente en Puertollano, donde se puso en marcha hacia 1920 por parte de la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñaroya toda una industria basada en el petróleo de pizarra. La experiencia se extendió hasta 1955, justo cuando otras empresas se unieron a la aventura en el mismo lugar. Se trataba de las factorías creadas por el INI a través de la empresa Calvo Sotelo que destiló pizarras entre 1952 y 1965, y la planta de la empresa ENCASO, destinada a fabricar gasolina sintética por medio de la tecnología alemana de hidrogenación.

De Teruel a Puertollano

La mina de petróleo de Rubielos de Mora consistía en un amplio complejo destinado a la extracción de pizarra bituminosa de la que, por destilación, se obtenían más tarde aceites que servían de origen de diversas líneas de producción de productos químicos y combustibles. El “petróleo de roca” daba vida a diversas fábricas que partían de la destilería de pizarras para dar forma a una pequeña ciudad fabril que incluía viviendas, oficinas y laboratorios. La empresa Sabadell y Henry, que a principios del siglo XX construyó en Cornellá de Llobregat, Barcelona, la que es considerada como primera refinería de petróleo española, en principio partiendo de alquitranes y más tarde pasando a consumir petróleo crudo importado, fue la que explotó las minas de petróleo de Rubielos de Mora. El complejo llegó a contar con hasta 700 trabajadores, que se encargaban de la extracción del material inicial, el mantenimiento de los hornos y de las tareas de destilación de partida de los aceites que, posteriormente, eran enviados a Barcelona para su refino.

La evolución del proyecto iniciado en Teruel tuvo lugar en Puertollano, en otras manos y en otro tiempo, una época en la que una España encerrada en sí misma soñaba con la utopía autárquica para todo tipo de productos e industrias, y el combustible no era menos protagonista en aquella carrera por sobrevivir al aislamiento internacional. En plena posguerra nació uno de los proyectos estrella del franquismo, el Instituto Nacional de Industria, INI. Corría el año 1941 y la creación de nuevas industrias se convertía en uno de los objetivos prioritarios del gobierno. Ante la escasez de combustibles, la destilación de pizarras bituminosas procedentes de “minas de petróleo” nacionales no parecía ser mala idea. Así, se formó el Consejo Técnico de Combustibles Líquidos y Lubricantes, destinado a valorar la viabilidad de los procesos industriales para obtener combustibles líquidos a partir de las mencionadas pizarras. Ese fue el punto de origen de la empresa ENCASO en el año 1942. Se fijó uno de los lugares prioritarios para el desarrollo de la nueva industria en Puertollano, con instalaciones para la destilación de pizarras bituminosas a gran escala, plantas químicas para el tratamiento de los aceites y fabricación de combustibles líquidos, lubricantes, parafinas así como una central termoeléctrica. El plan se complementaba con la creación de centrales termoeléctricas en otros lugares de España, además de plantas de abonos nitrogenados y una refinería de petróleo convencional de importación en el levante.

Naturalmente, lo de importar petróleo estaba muy complicado debido a la coyuntura de la época, por lo que fabricar gasolina sintética en Puertollano parecía una salida viable a la escasez de combustibles. La idea de destilar minerales bituminosos venía de lejos, ya en la Francia de principios del siglo XIX se intentó llevar a cabo alguna actividad similar en ese sentido a pequeña escala. Con el avance de esa centuria se alzaron tanto en Francia como en Inglaterra y hasta en Norteamérica diversos centros industriales que obtenían compuestos químicos diversos y combustibles partiendo de la destilación de alquitrán de carbón de hulla y de carbones bituminosos. Pero no fue hasta la llegada de los procesos industriales tipo Bergius y Fischer-Tropsch cuando se vivió la época dorada de la destilación de carbones y minerales bituminosos. Uno de los principales acicates a la hora de emplear aquellas tecnologías de obtención de combustibles era, cómo no, la necesidad ante la escasez. El principal motivo de la escasez era la guerra, concretamente la Primera Guerra Mundial. La Alemania de la Gran Guerra se enfrentó a una escasez de acceso al petróleo que hizo aumentar los esfuerzos para crear una industria de gasolina sintética que partiera de minerales locales. Lo mismo sucedió en la España de posguerra, ante la escasez de petróleo se perfilaba la destilación de pizarras bituminosas como una opción válida, y desesperada, para fabricar gasolina sintética.

Los Rothschild, a través de la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya, habían sentado ya las bases de todo aquello en los albores de la Gran Guerra cuando centraron su vista en los criaderos de pizarras bituminosas de Puertollano. Una primera planta de destilación dio muestra de una viabilidad sobresaliente pues aquellas pizarras tenían una riqueza en aceites sorprendentemente alta y, además, la gasolina sintética producida no tenía nada que envidiar a la que se obtenía en las refinerías de petróleo convencionales. ¿Sería posible entonces lograr una industria nacional que abasteciera a todo el país con combustibles líquidos sin depender de importación alguna? La utopía autárquica se intentó con toda la fuerza que una economía prácticamente en estado de guerra permitía. Los inicios fueron lentos y no fue hasta comienzos de los años cincuenta cuando se levantaron las primeras plantas de gran tamaño para tratar el aceite de las pizarras, por medio de su gasificación, hidrogenación y posterior destilación. Tanto la tecnología como las patentes para montar el imperio de las pizarras bituminosas de Puertollano dependía del exterior, con lo que la operación encontró diversos retrasos y aumentos en los costes que iban haciendo perder poco a poco el ímpetu del proyecto inicial de la ENCASO. Había otro problema adicional, aunque el producto final de la hidrogenación de los aceites de pizarra bituminosa era de muy buena calidad, no se podía producir tanta pizarra como se necesitaba para lograr los objetivos de producción. El problema no era tanto la cantidad de pizarra extraída como la variabilidad en la cantidad de aceites presentes en ella y el elevado precio final del producto, lo que obligaba a enriquecer la mezcla de base con petróleo importado. La rentabilidad de aquellos combustibles sintéticos era poco menos que dudosa, por lo que se planteó mantener la gran industria creada en Puertollano pero alimentada con petróleo que llegaría de un oleoducto procedente de la refinería de Cartagena. En 1961 se aprueba finalmente el decreto de presidencia del gobierno que iba a facilitar la creación en Puertollano de una refinería de petróleo convencional alimentada con crudo procedente de Málaga a través de un oleoducto. Fue el principio del fin de los grandes proyectos españoles para fabricar gasolina sintética, atrás quedaban los sueños de las minas de petróleo y de una industria basada en las pizarras bituminosas. El petróleo convencional, al final, hizo valer su supremacía.

Las minas de petróleo y el sueño de la gasolina sintética apareció originalmente en Tecnología Obsoleta, 28 abril 2015.


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