16 jul 2014

Revistas académicas y el Journal de Criptozoología: Volumen I

La Criptozoología es el estudio de los animales o de los supuestos animales que sólo se conocen a partir de la evidencia anecdótica. El campo tiene un poco de mala imagen. Francamente, esto no es una gran sorpresa cuando nos fijamos en los esfuerzos de diversos creacionistas, creyentes verdaderos y locos, que expresan interés en el tema.

Y varias afirmaciones recientes sobre el yeti y el ADN del Sasquatch no han hecho mucho para promover la idea de que los estudios cripotzoológicos se lleven a cabo de una manera típica de la investigación científica. Aun así la Criptozoología no puede y no debe ser considerada una pseudociencia. ¿Por qué? Sobre todo porque no existe contradicción alguna entre el escepticismo, la prueba de hipótesis, la auto-corrección y la necesidad de pruebas autópticas típicas de la ciencia “verdadera”, con el análisis de datos cripotzoológicos. Además la investigación de datos cripotzoológicos gira en el supuesto de que ahí siempre hay animales reales, de carne y hueso, en el fondo de los informes de los testigos.

El argumento de Meurger y Gagnon (1988) es que “los animales misteriosos” tienen, sin duda, un origen folclórico, lo que significa que las ramas de la criptozoología que pretenden interpretar los relatos de testigos oculares como encuentros con animales son perdidas de tiempo y esfuerzo. Algunos criptozoólogos aman lo que dicen Meurger y Gagnon (1988), otros odian su trabajo.

De hecho, la investigación cripotzoológica es informada por los folkloristas (por ejemplo, Meurger y Gagnon 1988, Campion-Vincent 1992, Meurger 1995, Dendle 2006), sociólogos (por ejemplo, Baylor Religion Survey 2007), antropólogos (por ejemplo, Burney y Ramilisonina 1999) y por los interesados en cómo perciben los testigos, reportan y recuperan las observaciones (por ejemplo, Rabbit 2000, Paxton 2009). Para que no pensemos que todas las personas seriamente interesadas en la criptozoología son chiflados o creacionistas, tenga en cuenta que muchos autoproclamados criptozoólogos entienden perfectamente los requisitos de la ciencia “verdadera” y el procedimiento científico normal.


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Portada del Volumen I


Por otra parte, un buen número de biólogos técnicamente cualificados han investigado los animales inicialmente sólo conocidos por los informes anecdóticos, lo que significa que también ellos se han entregado a la investigación cripotzoológica, les guste o no (por ejemplo, Jones et al. 2005, LeCroy & Barker 2006, Geissmann et al. 2010). El estigma asociado al término “Criptozoología” tal vez significa que es hora de renunciar a él por completo y reconocer en cambio que el estudio de los “animales misteriosos” o bien cae dentro del ámbito de la zoología convencional, mastozoología, ornitología o lo que sea, o a la mitología, la sociología o incluso la psicología.


Una breve historia de las revistas académicos dedicadas a la Criptozoología

Sin embargo, ha habido varios intentos para conseguir que la Criptozoología sea tomada en serio como un área independiente de estudio académico. En 1982 fue formada la International Society of Cryptozoology (o ISC). Se trataba de un consejo de asesores que en su mayoría consistían en zoólogos, paleontólogos y otros científicos experimentados y cualificados. Anualmente se publicaba una revista revisada por colegas, Cryptozoology. Por desgracia, los problemas financieros llevaron a la caída del ISC y la desaparición de su revista en 1996. Es una pena, ya que las normas de la revista eran razonablemente altas y sus temas contenían una gran cantidad de material interesante.1996 vio el debut de The Cryptozoology Review. A pesar de ser de ser publicada en escritorio y editada por personas que – en ese momento – eran simples estudiantes universitarios, incluyó un gran número de artículos dignos y recopilados profesionalmente. Había seguido su curso para el año 2004, terminando con una editorial memorable fantásticamente escéptica.


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Revista de la desaparecida Asosiacion Internacional de Criptozoología (ISC)


En diciembre de 2008, el Museo Cantonal de Zoología de Lausana, en Suiza, comenzó la publicación en lengua francesa de la revista Kraken: Archives de Cryptozoologie. Muchas de las contribuciones publicadas en Kraken se referían a correspondencia o material de archivo en lugar de investigaciones de expertos, pero parece que la revista estaba atrayendo cada vez más documentos técnicos hacia el final de su recorrido (por ejemplo, Woodley 2011). Por desgracia, sólo duró tres números (el último publicado en 2011), y también hoy está desaparecida. Si la investigación sobre “animales misteriosos” se superpone totalmente con otras áreas de la investigación – ya sea en las ciencias biológicas o culturales – entonces tal vez los artículos técnicos pertinentes a la Criptozoología deben ser capaces de valerse por sí mismos en la literatura científica de la “corriente principal”. Pero, dado que innegablemente hay una comunidad de investigadores especialmente interesados en la investigación cripotzoológica, y una necesidad para la discusión, revisión y crítica de las cuestiones relacionadas con el campo, se puede hacer un buen argumento de que la Criptozoología necesita una revista dedicada revisada por colegas. Y por eso estamos aquí; para noviembre de 2012 vimos la publicación del primer volumen de una nueva publicación revisada por pares dedicada a la Criptozoología: The Journal of Cryptozoology.


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Portada de Kraken volumen 3


El Volumen I

Editada por el famoso autor cripotzoológico Karl Shuker (blogs de Karl en ShukerNature), la revista cuenta con la experiencia de una lista de trabajadores cualificados que actúan como recensores de los trabajos presentados. Cada edición cuenta como un volumen completo, y no como un número. Si usted está esperando un volumen gigante, brillante, tal vez a la par con el tipo de cosas producido por Elsevier, se quedará decepcionado, ya que es pequeño y delgado, y el color sólo aparece en la portada. Sin embargo, los valores de producción son aproximadamente iguales a los que se observa en muchas revistas más pequeñas, incluyendo la revista Cryptozoology del ISC. El guepardo rey ha sido elegido como emblema de la revista. La elaboración del primer número de una nueva revista siempre es complicada, debido a que el número de autores que desean y pueden enviar sus trabajos a un lugar completamente nuevo – especialmente en una sub-disciplina – a menudo es bajo. Con esto en mente, un volumen sólo incluye cuatro artículos, y ninguno es “Game Changers” capaz de inspirar la futura investigación o ver citas importantes de otros estudios. Sin embargo, todos deben ser de algún interés para aquellos interesados en los informes de animales misteriosos. Es un buen comienzo, al menos: será interesante ver el tipo de presentaciones que atraiga a la revista en el futuro. Artículos de discusión y comentarios son bienvenidos. De todos modos, ¿qué, exactamente, se incluye en este número inaugural? Echemos un vistazo a los artículos.

En el primero de ellos, Andrew May (2012) sostiene que los algoritmos de búsqueda bayesianos del tipo utilizado en las operaciones de búsqueda y rescate y tácticas militares se pueden aplicar a la Criptozoología. Tal vez – sugiere – el uso de software “Asistente de búsqueda digital” se podría utilizar para reducir el número de áreas de búsqueda para animales determinados, o sus restos o sus madrigueras. Los esfuerzos de búsqueda de este tipo han sido mencionados antes en conexión con los objetivos cripotzoológicos. Durante la década de 1990, Henry Nix utilizó software BIOCLIM para predecir la preferencia de hábitat para el Thylacinus cynocephalus el lobo marsupial supuestamente extinto. Según se informa, las regiones recuperadas como potenciales “puntos calientes de hábitat del Tilacino” coinciden con los lugares donde las personas afirman haberlos visto.

El documento de Malcolm Smith (2012) presenta datos inéditos, hasta ahora, de la pista del Tigre de Queensland reportado por Walter Scott en 1872 (pero descubierto por el topógrafo Alfred Hull en 1871). La huella no casa con ningún mamífero conocido y sigue siendo un enigma. Para aquellos de ustedes que no saben, el tigre de Queensland es un animal rayado, cola larga, superficialmente similar a un gato, reportado por varios testigos durante los siglos 19 y 20 (y todavía ahora), y más tarde sugerido por varios autores como un representante superviviente de la familia del león o un fósil marsupial (Shuker 1989, 1995, Healy y Cropper 1994, Heuvelmans 1995). Por desgracia, “(a) pesar de la inicial popularidad de esta propuesta, no logró ganar adeptos en la comunidad zoológica técnica y nunca ha sido apoyada por la evidencia material o documentación fotográfica” (Naish 2012, p. 46). Los avistamientos de tigres de Queensland nunca fueron tan numerosos para empezar, pero aparentemente decayeron algún tiempo después de la década de 1950. Una interpretación es que el animal se convirtió en súper-raro o incluso se extinguió durante este tiempo. Otra es que en primer lugar nunca existió: si usted lee los relatos originales, podrían ser simple y llanamente falsas alarmas o confusiones, descripciones confusas o mal interpretadas de Quolls (un marsupial carnívoro), Tilacinos u otros animales. Sin embargo, la huella de 1871 y ciertos relatos de testigos de grandes mamíferos rayados, depredadores marsupiales australianos (como el informe de Gary Opit 1969) siguen siendo intrigantes y no tienen explicación.

Uno de pseudo-plesiosauros más famosos del mundo: el cadáver del Zuiyo Maru de 1977. Siempre me sorprende y, francamente, me consterna cuando veo a la gente implicando o argumentando que el cadáver (y otros como él) no podía haber sido el de un tiburón podrido. Cambiando de tema, Markus Hemmler (2012) describe los canales de dos “monstruos del mar” que se descubrieron en las islas Orkney, Escocia, en 1941 y 1942. Estos canales suelen llegar a ser tiburones peregrinos Cetorhinus maximus parcialmente descompuestos o bultos sin hueso del tejido de ballenas en descomposición. Y la explicación del tiburón peregrino es la que se aplica aquí, como demuestra Hemmler señalando detalladas características anatómicas evidentes en las fotografías que sobreviven. La transformación de los cuerpos de los tiburones en los llamados pseudo-plesiosauros es un fenómeno bien conocido, mencionado con frecuencia o discutido en la literatura de animales misteriosos. Sin embargo, como suele ser el caso con las cosas que son aparentemente “bien conocidas”, dicho fenómeno es – por lo que yo sé – no muy bien descrito, o bien documentado en la literatura técnica. El artículo de Hemmler (2012) incluye algunas observaciones notables sobre las partes obvias de la anatomía del tiburón peregrino que permanecen en los pseudo-plesiosauros. Eso está muy bien, tal vez inspire un análisis detallado de la descomposición del tiburón y la adquisición de la forma del pseudo-plesiosauro.

Por último, hay un aticulo sobre el mamífero del Margaret River, previamente escrito sobre el en Tet Zoo, 2 en Mayo 2009. Una foto de color de un canal de un mamífero peculiar, tomada en o alrededor de 1975, se ha dado a entender que posiblemente sea relevante al misterio del tigre de Queensland. Tanto la forma general del canal y los detalles visibles de la dentadura del animal me llevan a sostener que la carcasa es en realidad la de un gato doméstico, sin embargo tenga en cuenta la advertencia de que “el paradero desconocido de la canal… combinado con la mala calidad de la fotografía sobreviviente, significan que probablemente nunca seremos capaces de llegar a una identificación concluyente” (Naish 2012, p. 48).

Así que, ahí lo tenemos. Volumen Uno de The Journal of Cryptozoology está fuera, y está muy bien. Estoy ansioso por ver el contenido del Volumen Dos, felicito a las personas involucradas en la producción y puesta de este primer número, y espero que continúe el diálogo y el debate sobre la naturaleza y dirección de la Criptozoología – como entendemos y definimos este término.


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Jon Downes, Director

Corinna Downes, Administrator/

corinna@cfz.org.uk


Referencias:


Burney, D. A. & Ramilisonina. 1999. The kilopilopitsofy, kidoky, and bokyboky: accounts of strange animals from Belo-sur-mer, Madagascar, and the megafaunal “extinction window”. American Anthropologist 100, 957-966.


Campion-Vincent, V. 1992. Appearances of beasts and mystery-cats in France. Folklore 103, 160-183.


Dendle, P. 2006. Cryptozoology in the medieval and modern worlds. Folklore 117, 190-206.


Geissmann, T., Lwin, N., Aung, S. N., Aung, T. N ., Aung, Z. M., Hla, T. H., Grindley, M. & Momberg, F. 2010. A new species of snub-nosed monkey, genus Rhinopithecus Milne-Edwards, 1872 (Primates, Colobinae), from Nothern Kachin State, northeastern Myanmar. American Journal of Primatology 72, 1-12.


Healy, T. & Cropper, P. 1994. Out of the Shadows: Mystery Animals of Australia. Ironbark, Chippendale, Australia.


Heuvelmans, B. 1995. On the Track of Unknown Animals. Kegan Paul International, London.


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Jones, T., Ehardt, C. L., Butynski, T. M., Davenport, T. R. B., Mpunga, N. E., Machaga, S. J. & De Luca, D. W. 2005. The Highland mangabey Lophocebus kipunji: a new species of African monkey. Science 308, 1161-1164.


LeCroy, M. & Barker, F. K. 2006. A new species of bush-warbler from Bougainville Island and a monophyletic origin for southwest Pacific Cettia. American Museum Novitates 3511, 1-20.


May, A. 2012. A digital search assistant for cryptozoological field expeditions. The Journal of Cryptozoology 1, 9-17.


Meurger, M. 1995. Of skrimsls and men, Icelandic water being from folklore to speculative zoology. Fortean Studies 2, 166-176.


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Naish, D. 2012. Identifying ‘Jaws’, the Margaret River mammal carcase. The Journal of Cryptozoology 1, 45-55.


Paxton, C. G. M. 2009. The plural of “anecdote” can be “data”: statistical analysis of viewing distances in reports of unidentified giant marine animals 1758-2000. Journal of Zoology 279, 381-387.


Rabbit, J. 2000. Native and eyewitness testimony in cryptozoology. The Cryptozoology Review 4 (1), 11-18.


Shuker, K. P. N. 1989. Mystery Cats of the World. Robert Hale, London.


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Smith, M. 2012. The Queensland tiger: further evidence on the 1871 footprint. The Journal of Cryptozoology 1, 19-24.


Woodley, M. A. 2011. Introducing aequivotaxa: A new classificatory system for cryptozoology. Kraken: Archives of Cryptozoology 3, 63-85.




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